Catamayo de antaño: Reviviendo historias con Lucho Zurdo, un ícono de la música y el pueblo

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Parte 1: «Catamayo de antaño» revive historias con Lucho Zurdo, un ícono de la música y el pueblo

En un nuevo episodio de «Catamayo de antaño», programa que se transmite todos los sábados a las 9:30 am por Viva Catamayo TV, los presentadores Pepe y Flavio Suing llevaron a su audiencia a un nostálgico recorrido por las memorias de Luis Carrión, mejor conocido como «Lucho Zurdo», músico, mecánico y un personaje muy querido de la comunidad.

«Nací el 2 de julio de 1950 en San Pedro de la Bendita», recordaba Lucho con una sonrisa, mientras detallaba cómo su infancia estuvo marcada por la música y el trabajo. Aunque criado en Catamayo, la influencia de sus raíces se mantuvo presente, y desde temprana edad mostró habilidades en la música y las manualidades.

Uno de los momentos más destacados del programa fue cuando Lucho recordó sus años como miembro de la orquesta «Los Reyes». «Cantábamos pura a capela, no había mucho equipo como ahora, pero el talento y la pasión estaban ahí», comentó con un aire de nostalgia.

El programa, que busca rescatar y compartir las historias de personajes emblemáticos del cantón, se enriqueció con las anécdotas de Carrión, quien no solo habló de la música, sino también de su vida como padre y artesano. «De pequeño me gustaba dibujar… en la escuela, incluso gané concursos de dibujo», recordó.

El espacio patrocinado por la Cooperativa de Ahorro y Crédito Catamayo y el Centro de Estudios Informáticos Simón Bolívar, busca no solo entretener, sino también educar y preservar la cultura local. «La idea es que la juventud y la niñez conozcan la historia de su pueblo, cómo se desarrolló Catamayo y quienes fueron los protagonistas de ese desarrollo», destacó Flavio Suing, co-presentador del programa.

La transmisión estuvo llena de momentos emotivos, como los saludos de amigos y familiares que se conectaron desde distintas partes del mundo. «Saludos, tío querido, te queremos muchísimo desde Madrid», escribía una de las sobrinas de Lucho, mientras otros viejos conocidos también le enviaban mensajes desde Estados Unidos y Europa.

Antes de finalizar, Lucho Zurdo dejó un mensaje especial: «La tecnología nos une, y me parece maravilloso que ahora podamos estar todos conectados, aunque estemos lejos… pero siempre es bueno recordar nuestras raíces».

La historia de Lucho Carrión es una de perseverancia, talento y amor por su tierra. «Yo soy zurdo desde que me bautizaron, y así me voy a morir», bromeó entre risas, dejando en claro que la esencia de Catamayo sigue viva en cada rincón de su historia.

Parte 2: La Juventud de Lucho Zurdo: Recuerdos de una Época Dorada

“Es un buen corazón, una buena onda, como dicen los muchachos ahora. Y así, Luchito sigue con buena lucha,” comentaba uno de los amigos de Lucho Zurdo mientras recordaban con cariño sus aventuras juveniles. Cuando se le preguntó sobre cómo fue su juventud, Lucho sonrió y comenzó a relatar con detalle.

«Mira, cuando yo era joven, ya tú podías salir al parque. El parque se llamaba un cuadro, con cerco de alambres; tampoco tenía ni plantas. Yo ya tenía unos años y me acuerdo que en la escuela, cada uno llevaba su plantita para sembrar ahí, pero había que cercarlo con alambres para que no se comieran las plantas los animales», recordó, evocando un Catamayo muy diferente al actual.

Lucho tenía alrededor de 12 o 13 años cuando la luz eléctrica en Catamayo era un lujo limitado. «Había una plantita de luz acá abajo, junto a una bomba de agua. El mismo motorcito que hacía trabajar la bomba también generaba la luz por la noche, pero la luz se encendía solo de 7 a 11 de la noche. Esa era la señal, cuando el operador daba una vuelta y se apagaba, todos ya teníamos listos los mecheros para alumbrarnos», explicó Lucho, mientras su rostro reflejaba la nostalgia por esos tiempos sencillos.

Hablar de la juventud de Lucho es también hablar de una Catamayo en la que, bajo la luz de la luna, los muchachos salían a pasear y las calles resonaban con risas y charlas. «Salíamos a caminar con los amigos bajo la luz de la luna, no había tanto peligro como ahora, era otra cosa… Por eso los artistas de la época siempre hablaban de la luna en sus canciones», señaló con un tono reflexivo.

Lucho también formó parte del equipo de fútbol Atlético, un grupo de amigos que se reunían a jugar. «Había un solo equipo oficial y nosotros éramos parte de un equipo llamado Atlético, jugábamos con mucha pasión, aunque no teníamos casi recursos. La familia llenaba el estadio, pero lo más importante era la amistad y el compañerismo», recordaba con orgullo.

Ya en su etapa adulta, Lucho encontró en la música otra de sus grandes pasiones. «El primer grupito de música que formamos nació en el Centro Cultural. Éramos cuatro: Los Rítmicos. Tocábamos con un acordeón, pero luego ya fuimos añadiendo más instrumentos y así se fue formando algo más serio. Me acuerdo que Lucho Soto era el del acordeón», mencionó mientras hablaba sobre los inicios de su carrera musical.

Además de músico, Lucho también trabajó como mecánico en la fábrica Malca, donde compartió muchas experiencias con Jorge Pérez, un amigo de toda la vida. «Con Jorge Pérez trabajamos muchos años. Era un gran compañero, y juntos hicimos funcionar esos motores que alimentaban la maquinaria de la fábrica. Era un trabajo duro, pero siempre con el mismo empeño de hacer las cosas bien», compartió Lucho con una sonrisa.

Al final del episodio, Lucho reflexionó sobre lo que más valoraba de su vida. «Lo que más me gustaba era tocar música. Los siete latinos eran un grupo con el que siempre quise tocar, pero por el trabajo no se pudo. Al final, lo importante es haber podido vivir haciendo lo que uno ama, con buenos amigos y una familia que siempre te apoya», concluyó Lucho con una mirada tranquila, propia de alguien que ha vivido plenamente.

Parte 3: El trabajo, las máquinas de vapor y las fiestas del barrio

Don Luis recordó con detalle el funcionamiento de las máquinas de vapor en la fábrica donde trabajaba. «Era una rueda grandota, imagínate que haga mover los cuatro molinos en ese tiempo». Esta tecnología requería de mucha atención y conocimiento técnico, y Don Luis destacó la importancia de su labor junto a Jorge, su compañero, mencionando.

Con el tiempo, llegaron nuevos tipos de maquinaria, y Don Luis tuvo la oportunidad de trabajar con otros maestros. “Me fui a donde otro maestro, comentó sobre el cambio de técnicas y equipos más avanzados que manejó en los últimos años de su trabajo.

Además, recordó que su jornada laboral, en teoría, era de 7 a 4 de la tarde, pero la realidad era otra: «pero cuando había daños y alguna vez de pronto le tocó salir de alguna fiesta para ir», demostrando el compromiso y responsabilidad que tenía con su trabajo, incluso fuera de horario.

Tras su jubilación en 2017, Don Luis recordó con cariño las fiestas en el barrio Machala. Las celebraciones eran momentos de unión para la comunidad, y uno de los momentos más destacados era la elaboración de monigotes gigantes. «¿Cómo nació esa tradición, don Luis?», le preguntaron, a lo que él respondió: «éramos bastante colaborados en el barrio… Y la colaboración que daban cada morador». Las fiestas no solo eran para los más jóvenes, sino que involucraban a toda la comunidad, creando recuerdos imborrables.

Otro aspecto que mencionó fue su vinculación con la música y las fiestas. Desde su tiempo como músico en los «Rítmicos» hasta su participación como promotor de eventos, Don Luis siempre estuvo presente en la escena festiva. «Yo siempre he estado vinculado con el tema de las fiestas, la amplificación», explicó, resaltando su contribución a los eventos en Catamayo y su amor por la música.

Finalmente, recordó cómo, para igualar las fiestas de los Reyes, debían incrementar el equipo de sonido. «Tenías que incrementar equipo claro, entonces ya los acciones», señalando los desafíos que enfrentaban para mantener el nivel de las celebraciones.

Parte final: El legado y los recuerdos de una vida dedicada a la música y a la comunidad

Con la participación de Flavio en la conducción del programa, se dio pie a que Don Luis compartiera más detalles sobre su legado en la música y su vida personal. Hablando de sus experiencias como músico y sobre los sonidos que marcaron su trayectoria, se refirió al significado detrás de «Discomóvil LA 3». Según él, esto surgió cuando en un baile le regalaron una botella de whisky, y mencionó: “como yo tenía un guachi… dijo Antonio Carrión el dijo 3”. Así quedó inmortalizado el nombre del equipo de sonido con el que tanto trabajó.

Entre los repertorios que más marcaron su carrera destacó la música de Pastor López, pero también mencionó la relevancia de los boleros en aquellos años: “No habrá una barrera en el mundo que mi amor profundo lo rompa por ti… El amor es el pan de la vida”, cantó, recordando algunos versos que emocionaban a las parejas en los eventos.

La evolución del sonido y la tecnología

Don Luis detalló cómo el equipo de sonido fue evolucionando con el tiempo. Al principio, apenas contaban con una bocina. Recordó que, en sus inicios, “nos conseguimos una cajita, le pusimos un parlante de 12 pulgadas”, lo que les permitió mejorar considerablemente la calidad de los eventos. Además, mencionó a Honorio Gualán, quien, con su amplificador, les permitió dar el salto hacia una mejor amplificación.

En cuanto a los instrumentos, recordó una anécdota sobre un evento en el que tocaron con una orquesta más grande, Los Tauros, quienes llegaban con todo un conjunto de instrumentos y con quienes tuvieron una competencia musical en la elección de la reina de Catamayo. “Los Reyes tocaron más, no con los Tauros”, rememoró entre risas.

Una reflexión para la juventud

En sus palabras finales, Don Luis compartió su sabiduría con los jóvenes, aconsejando que se alejen de las malas influencias y se dediquen a estudiar: “Nada de drogas, en mi tiempo no había eso… una diversión sana”. Instó a los jóvenes a ser responsables y a “regresar sanos y salvos a casa para no dar preocupaciones a sus padres”.

Un tributo a su esposa y familia

Finalmente, Don Luis se tomó un momento para dedicar unas palabras a su esposa, con quien ha compartido más de 50 años de matrimonio. “Para mí, es lo mejor que he tenido. Por eso me he casado… que me acepte como soy”, expresó con ternura. Agradeció los años de comprensión y amor mutuo que han compartido y destacó lo especial que ha sido este viaje juntos.

Además, aprovechó para invitar a la audiencia a apoyar el emprendimiento de sus hijos, Richard y Wendy, quienes manejan una cafetería llamada Choco Delicias, donde se pueden disfrutar empanadas de verde y chocobananas. “Esperamos que nos apoyen”, invitó Don Luis con el cariño de un padre orgulloso de los logros de sus hijos.

Conclusión del programa

El programa cerró con un agradecimiento especial a Don Luis y una mención a la Cooperativa de Crédito Catamayo, que ha sido parte importante de su vida y de la comunidad. Flavio y Pepe Simancas también aprovecharon para reconocer la importancia de mantener viva la historia de personajes como Don Luis, quienes han dejado una huella imborrable en la historia cultural de Catamayo. Con la promesa de una futura invitación musical, el programa culminó dejando una profunda reflexión sobre la importancia de la música, la familia y el legado.