Doña Mercedes Santos, conocida como doña Meche, es una figura icónica del barrio Trapichillo. Ella posee un conocimiento profundo de Catamayo, ya que ha presenciado su desarrollo y crecimiento hasta convertirse en lo que es hoy en día. Conversar con esta señora representa una oportunidad invaluable para obtener más información sobre la historia de esta región.
Para doña Meche, evocar recuerdos de tiempos pasados ??en los que los habitantes de «La Toma» llevaron a cabo actividades que ya no se practican, es algo especial. En aquel entonces, estas actividades eran una tradición común entre los ciudadanos y una parte necesaria de su vida diaria.
Doña Meche se ha convertido en un ícono culinario en el barrio Trapichillo debido a su habilidad para preparar el delicioso plato de seco de chivo. Ha estado preparándolo junto a su familia durante 50 años. Esta tradición gastronómica no ha pasado desapercibida para las autoridades, quienes han reconocido su valioso aporte a la cultura culinaria de la región. Aunque ahora su hija se encarga de preparar el platillo bajo pedido, doña Meche nos cuenta que la receta le fue enseñada por su propia madre cuando era joven, junto con otras recetas que aún recuerda con nostalgia.
Doña Meche fue una de las primeras habitantes del cantón. Vivía en Trapichillo con su familia cuando Catamayo aún se llamaba «La Toma». Completó su educación primaria en la escuela Gabriela Mistral, aunque en aquella época se dedicó principalmente a trabajar en la casa del Sr. Miguel Riofrío Burneo, donde también creció. Después, trabajó en la Hacienda Monterrey, una hacienda ganadera, donde cocinaba para los trabajadores. Sus gobernantes eran el Sr. Roberto Hidalgo y la Sra. Marianita. Pasó una buena parte de su vida en ese lugar y fue allí donde contrajo matrimonio. Posteriormente, se establecerá en Trapichillo, donde residen hasta el día de hoy.
En ese lugar construyó su vida junto a sus siete hijos, cinco de los cuales emigraron en busca de mejores oportunidades y ahora viven en el extranjero. Durante la época en que vivía en Trapichillo, solo contaban con una iglesia y no había vehículos. Además, no tienen acceso a agua potable y tienen que recolectar agua de la quebrada. A pesar de estas dificultades y muchas más, disfrutó de la tranquilidad que caracterizó a Trapichillo. Sin embargo, también admito que el progreso que ha experimentado el barrio y todo Catamayo es admirable y lo agradece, ya que estos cambios han mejorado la calidad de vida de sus habitantes.