Al verdadero ser sublime, a aquel que más allá de dar vida, orienta, educa y acompaña fielmente durante todo el proceso de crecimiento y aprendizaje. A ese ser al que llamamos madre quiero rendir homenaje, uniéndome a otros tantos que también le escriben y que elogian su trabajo, reconociendo el importante rol que desempeña tanto en la familia como en la sociedad.
Manifiesto mi respeto y admiración a aquellas madres verdaderamente comprometidas que, desde el primer momento que tienen a sus hijos en sus brazos, o incluso antes, buscan las posibilidades o los medios para procurarles comodidad y bienestar; a aquellas que, aunque rotas por dentro debido a las tribulaciones de la vida, tienen la fortaleza para priorizar el sufrimiento de sus hijos y escuchar diligentemente; a las madres que con su sabiduría y consejos sosiegan la inquietud y angustia los suyos; a las que con soluciones justas y lógicas dirimen las discordias del hogar, procurando siempre la armonía familiar.
Reconocer las bondades de una madre, es el primer paso hacia el entendimiento de su grandeza, porque el creador les ha dotado de múltiples dones que hacen de ellas personas flexibles, sinceras, valientes, fuertes, sabias, empáticas, decididas…
Ciertamente, son tantas las cosas que se pueden decir de ellas, tantos los elogios y reconocimientos que se les puede dedicar, que un solo texto resulta insuficiente para definir con exactitud cuánto dan y cuánto hacen por sus hijos. Ahora ¿Qué hace un hijo en reciprocidad a esa entrega total? ¿Cómo corresponde a ese grato regalo que una madre obsequia con su sola existencia? Habrá infinidad de formas lógicas que responder a ello; pero, no solamente es cuestión de saber qué hacer, sino también de actuar en su momento, porque el tiempo pasa, la vida es efímera y no debemos ser indiferentes a la realidad que se nos escapa de las manos y, como el tiempo, la vida también se agota y las personas que nos acompañan hoy no estarán por siempre.
En esta ocasión, no por tradición, sino por gratitud, creo necesario y justo exaltar su trabajo y recordar lo importante que es una madre en la vida de un hijo. Por ello, aprovechar este espacio para, sobre todo, rendir homenaje a la mujer que me dio la vida y por quien expreso mi respeto, admiración y gratitud sincera, es mi cometido, porque como madre es la única que se desvive día a día por nosotros.
¡Feliz día de las madres!
Autora: Marianela A. Correa J.