Leyenda: El niño que se perdió en la caminata

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Pepito tenía 4 años de edad, ya a esa edad estaba en primer grado, su padre en ese entonces era muy devoto de la Virgen de El Cisne, siempre tenía como promesa ir a la romería desde el Cisne a Loja, caminaba junto a ella con su mochila llena de comida para todo el trayecto, en ocasiones junto a su esposa y a sus dos hijos.

Era un treinta y uno de octubre en la madrugada, don Javier junto a Pepito su primogénito viajaba para caminar junto a la sagrada imagen desde Loja hacia Catamayo.

Era una madrugada llena de frio, ni las chompas, ni los gorros que llevaban puestos era suficiente para saciar el frio que recalaba todos los peldaños de los cálidos cuerpos de tierra caliente.

Llegaron a Loja a eso de las 3 de la madrugada pepito un poco sonámbulo de sueño y de frio caminaba hacia un rinconcito junto a don Javier, para aplacar un poco el ambiente y lograr dormir un instante.

Era las cinco de la mañana y las campas empiezan a repicar una y otra vez, lo cual despertó bruscamente a Pepito que estaba recostado junto a su papá, un rincón de la catedral de Loja, por suerte antes no estaba lloviznando.

A las seis de la mañana empezó la misa de despedida de la sagrada imagen, Pepito y don Javier decidieron adelantarse y salieron caminado juntos, pero antes de aquello se desayunaron una colada morada con un gran pan “Una figura de Pan” así le llamaba Pepito porque esos panes a más de ser bien sabrosos tenían forma de animales.

Alrededor del parque señoras se amanecían vendiendo sus figuras de pan, horchata, morocho y la famosa colada morada bañada de frutas.
La gente no dejaba de llegar y caminar por todas partes, no importaba el frio, solo la fe que los movía hacia ese lugar, el deseo inflamable de acompañar a “La Churona” en su caminata.

1985 aproximadamente, a la altura donde hoy es el terminal terrestre Reina del El Cisne, cerca de las 7 de la mañana Pepito arriba junto a don Javier, quien lo traía tomado de la mano para que no se confundiera en medio de tanta gente.

Se habían  juntado dos descuidados padre e hijo, caminaban entre la multitud, Pepito se da cuenta que no iba junto a su padre, y lo alcanza a divisar unos cuantos pasos arriba, lo alcanza y exclama ¡papá, papá… me asuste pensé que no te iba encontrar!, a lo que responde don Javier, – grandísimo, donde te has quedado, me tenías preocupado, no te veía por ninguna parte. Y seguían su rumbo, lo volvió a tomar de la mano, pero de pronto no se imagina como Pepito se desprende de su papá y esta vez ya no fue posible que se vuelvan a encontrar.

Entonces Pepito pensó y dijo “¿Y ahora qué hago?” mmm, mi papá no parece. Entonces tomo la decisión de caminar junto a la gente. “caminare junto a la multitud, hasta llegar a Catamayo”. Pero él no pensó que iba a tener hambre, simplemente pensó en caminar y llegar a Catamayo. “de seguro que papá ira más adelante”.
Mientras tanto Don Javier, al darse cuenta que Pepito no parecía se regresó a buscarlo, pero no tuvo éxito su búsqueda, entonces camino más rápido, no había probado bocado, en toda la mañana, llevaba en sus palabras las oraciones a la sagrada imagen de El Cisne “Virgencita de El Cisne, churonita querida no permitas que le pase nada de mi malo a mi Pepe, ¡llévalo por el camino hasta casa, virgencita de El Cisne, te lo pido tu que eres tan milagrosa!”.
Don Javier miraba y miraba mientras caminaba, y su mirada se perdía en la muchedumbre, su hijos no aparecía por ningún lado.

Cerca de las dos de la tarde llega a casa don Javier, doña josefina madre de Pepito se encontraba friendo pescados, el olor era seductor pero nada de esos encantaba a don Javier.
Aparece don Javier solo, y doña josefina le dice “¿y la guagua?”, a lo que responde don Javier ¡no llegara todavía!, doña josefina entre enojada y triste ¿Cómo que no legara todavía, si se fue contigo como va a llegar, si tiene que venir contigo? Don Javier le cuenta a doña josefina lo sucedido, y deciden ir a buscarlos, don Javier desde el lugar de la botella (entrada a Catamayo) hacia arriba, y doña Josefina en cambio tomo un enderezo que salía justo donde hoy es actualmente el peaje.
Pepito caminaba solo y la gente que iba junto él empieza a darse cuento que el niño iba solo, y le dicen, ¡oye, niño y tus papas!, entonces Pepito muy sereno responde, ahí van, mientras apunta con el dedo a unos señores que andaban a unos cuantos pasos delante. Los señores se la creyeron el cuento que se inventó Pepito y seguía su camino.

No sé con qué idea, pepito iba juntando botellas de plástico, se había armado un carro que constaba de un cartón a lo cual sujetaba un plástico a manera de soga, a través de cual lo alaba y caminaba y caminaba.
El niño de cuatro años de era impresionante que no sentía ni hambre ni sed, tan tranquilo caminaba junto a la gente. Pero los romeriantes empiezan a murmurar ese niño va solo, creo que está perdido, Pepito solo escuchaba, y en su mente decía “Como voy a estar perdido sí sé a dónde voy y de dónde vengo, solo que mi papá no parece, más adelante debe estar esperándome”.

Los señores le brindan a bolo, pepito con recelo les recibe, pero no se lo quería comer por desconfianza, la tentación del dulce hizo que se olvidara de la desconfianza y al fin se lo termino comiendo, esos señores lo empezaron a interrogar, y Pepito confeso que venía con su papá pero se había perdido y ahora viene caminando solo.

Je je que cosas de la vida, lo llevan para dejarlo en una tienda de la cruz roja, por aun altavoz, llamaban a don Javier, argumentando que su hijo Pepito esta pedido.
Pero don Javier no apareció por ninguna parte, lo llevaron a la misteriosa tienda de la cruz roja y ahí dentro Pepito muy asustado, estaba sentado en una silla pastica color rojo, “pensaba en silencio: y ahora si estos señores me llevan, con ellos, será verdad que se los roban a los niños para hacer mortadela”, era la gran preocupación de Pepito.

“Aquí escondido nadie me va a ver”. Pepito planificaba una fuga, pero alguien se dio cuenta y se puso a vigilarlo, entonces lograr acercase a la puerta de la tienda, justo un compañero de la escuela, que venía junto a su hermano mayor lo ve a y le dice y tú que haces aquí “nada, me tienen aquí, porque me perdí de mi papá, y no me dejan salir, diles que tú eres mi primo, que me van a llevar a casa”, entonces el compañero de escuela hablan con los encargados de la tienda de la cruz roja, y consiguen que sacar de ahí a Pepito.
Pepito salió con su compañero de escuela pero menos de un kilómetro ya se les pedio y siguió caminado solo, su carrito de botellas ya se le había quedado por ahí. Eran ya casi las tres de la tarde y el niño aun no sentía ni hambre ni sed.

Mientras tanto, doña Josefina iba por un camino de herradura que rogaba a la Virgen de El Cisne que haga el milagro de encontrar a su Pepito, llego a la carretera principal, y desde ahí se puso a divisarlo, no preguntaba a nadie solo observaba.
Pepito seguía caminado ya más cerca de llegar a su Catamayo, cerca de donde hoy es el peaje surge el gran encuentro de doña Josefina y Pepito, ¡Mami! ¡Mijo!, pepito empezó a llorar de la emoción de encontrar a su madre. Doña Josefina lo cargo en sus espaldas hasta llegar a casa se regresó por el enderezo por el cual vino.

Llego a casa, y don Javier aun no llegaba, doña Josefina le dio de comer, le dio de beber, a pocas horas llego don Javier a casa un poco asustado, que no lo había encontrado pero su corazón se llenó de alegría al verlo en casa, corrió y lo abrazo con gran ternura, y lloro junto a él, ¡perdóname hijo, por dejarte por ahí, te busque pero no apareciste por ningún lado, sabía que la Churonita, te iba a traer a casa sano y salvo!

PD: basada en la vida real loja/Catamayo 1985
Autor: Pepe Simancas