Me complace profundamente dirigirme a ustedes en este día tan significativo para todos los trabajadores de nuestro país: el 1 de mayo, Día del Trabajo en Ecuador. Es una ocasión para reflexionar sobre la importancia del trabajo en nuestras vidas y para rendir homenaje a aquellos que día a día contribuyen al desarrollo de nuestra nación a través de su esfuerzo y dedicación.
Desde aquellos primeros pasos en 1911, cuando la clase trabajadora ecuatoriana comenzó a alzar su voz bajo un sistema dominado por una oligarquía poderosa, hasta los desafíos actuales, cada trabajador ha sido parte fundamental de esta historia. La Constitución de 1929 y el Código del Trabajo de 1938 son hitos que reflejan la lucha por un principio pro-operario y la conquista de derechos laborales que hoy seguimos defendiendo.
Al abordar este tema, me inspiran las palabras del ilustre pensador ecuatoriano Juan Montalvo, quien sabiamente dijo: «El trabajo es la ley del mundo; no es la ley del hombre, porque hay hombres que no trabajan; pero la naturaleza no reconoce ociosos. Donde quiera que haya vida, hay movimiento, y donde hay movimiento, hay trabajo». Estas palabras resuenan con fuerza en nuestra sociedad, recordándonos la importancia esencial del trabajo en la construcción de nuestro presente y futuro.
En este día, también es fundamental recordar las palabras del escritor ecuatoriano Jorge Enrique Adoum, quien afirmó: «El trabajo dignifica al hombre, pero la dignidad del trabajo depende de las condiciones en que se realiza». Es un llamado a garantizar condiciones laborales justas y equitativas para todos los trabajadores ecuatorianos, promoviendo así un ambiente laboral donde se respeten los derechos fundamentales de cada individuo.
Sin embargo, lamentablemente, también debemos reconocer que existen personas que, en lugar de contribuir al bienestar de la sociedad, optan por el camino del crimen y la violencia. A estos individuos, les insto a reflexionar sobre las palabras del líder político y revolucionario ecuatoriano Eloy Alfaro, quien proclamó: «¡Trabajadores! El día en que seáis absolutamente libres será el día en que no existan los abusos en vuestra contra». Cada acto de violencia y corrupción no solo afecta a las víctimas directas, sino que también debilita el tejido mismo de nuestra sociedad.
En este sentido, es crucial reafirmar nuestro compromiso con la construcción de un Ecuador más justo y solidario. Para aquellos que trabajan incansablemente, los animo a seguir adelante con determinación y valentía, recordando que su labor es la base de nuestro progreso colectivo. Y para aquellos que han optado por el camino del crimen y la injusticia, les insto a reconsiderar sus acciones y a contribuir de manera positiva al bienestar común.
Por lo tanto, en este Día del Trabajo, renovemos nuestro compromiso con la justicia laboral y la solidaridad entre trabajadores. Sigamos luchando por un futuro donde cada individuo pueda ejercer sus derechos laborales en un entorno seguro y respetuoso. Y para aquellos que se desvían del camino ético, los invito a reflexionar sobre el impacto de sus acciones y a redirigir sus esfuerzos hacia la construcción de una sociedad más justa y equitativa para todos.
¡Feliz Día del Trabajo a todos los trabajadores ecuatorianos!
¡Ah, se me olvidaba algo!
A nuestros políticos, les recuerdo el compromiso que tienen con el pueblo. Eliécer Cárdenas, narrador y periodista, luchó por la igualdad y la justicia social, y su legado nos enseña que “La política debe ser el arte de servir al pueblo, no de servirse de él”.
Víctor Benítez